sábado, 8 de setembro de 2012

A vida dos touros ditos bravos nas ganadarias – as manadas

“Otro sufrimiento colectivo posible es la longevidad. Si una población de animales tiene su longevidad media reducida considerablemente por cualquier motivo, esto afecta su capacidad de reproducirse, y se podría hablar de que la población “sufre”un problema demográfico. Este sí es un tema aplicable al toro de lidia, ya que la longevidad de los individuos seleccionados para las corridas queda drásticamente reducida al menos una tercera parte de la longevidad a la que ellos podrían llegar. Los toros de lidia se matan cuando tienen tres, cuatro, cinco o como mucho seis años de edad, pero si la tauromaquia no existiera estos individuos podrían vivir 20 años o más. De hecho, la longevidad media de machos de la especie a la que los toros pertenecen es de 20 años en cautiverio.

Esta reducción artificial de longevidad tiene otra consecuencia para el colectivo de toros de lidia. Tiene un efecto negativo a la estructura social de los grupos. Cualquier especie social asume su equilibrio social con una combinación específica de miembros de diferentes edades y géneros. Si se elimina sistemáticamente un grupo demográfico específico, como es el caso de los machos de más de seis años, el grupo no puede conseguir la estabilidad social ideal y está siempre en una situación constante de reajuste, que explica cómo a veces hay muchas peleas entre machos en la dehesa. Estas peleas hacen que los ganaderos separen los machos del grupo, que no siempre ayuda a generar estabilidad. Añadido a esto, como después de generaciones de selección artificial los ganaderos de toros de lidia han estado intentando crear individuos que tienen más tendencia a defenderse embistiendo que corriendo, esto ha generado una respuesta inadecuada y no natural a las confrontaciones entre machos por hembras o por dominancia, que o bien crea más peleas y heridas entre individuos (sufrimiento físico), u obliga a los ganaderos a separar más los grupos (sufrimiento social).

- Jordi Casamitjana, Etólogo

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